sábado, 4 de noviembre de 2017

"Psicotic calzaslargas"

                                               Así me llama. Me encanta.


"Estoy algo atascada en una relación adictiva y poco más, y por lo tanto muy dañina, desde hace varios años. Que no consigo salir, que da igual el veneno que reciba o que envíe de vuelta. Es agotador y destructivo. Y no consigo salir. A veces es el deseo, otras la compasión, otras la rabia, siempre hay disculpas para recaer. En ocasiones me siento fuerte y de buen humor, y creo tenerlo todo bajo control. Es mentira. No controlo. Es más fuerte que yo".

Así empezaba la entrada que iba a publicar, como un reconocimiento del problema que, dicen, es el primer paso para salir de él. Pero como va por días, y esta relación es tan cíclica como sus participantes, hoy no me importa demasiado.

No es para tanto. Hoy no.

Porque la vida sigue, y porque la exposición de Lita Cabellut me ha conmovido. La ONU insta a abandonar el modelo biologicista en salud mental, y algunas asociaciones de profesionales empiezan a sumarse. He conseguido, por fin, apuntarme a una academia para preparar en serio las oposiciones. Mis días están más llenos de amistad y proyectos que de malas sensaciones. Cada vez me siento más a gusto en el trabajo, y lo disfruto. De vez en cuando pinto algo, y aunque apenas tengo tiempo para eso, ni para seguir con la percusión, son actividades que reservo con ilusión para cuando llegue su momento.

Me cansa y me aburre la rabia contra mí de una persona a la que quiero mucho, sentimiento ligeramente raro. Pero su rabia no es de este mundo, y yo tampoco soy la culpable por sacudirme la parte que me toca a golpe de escritura. (Bueno, un poco quizás sí, pero sin exagerar). Cualquiera que me lea desde hace tiempo sabe que lo quiero más de lo que sería justo dado el panorama, que si escribo en clave de parodia punkfeminista es solo para poner límites y reencontrarme cuando esa rabia me salpica. Casi parece que me ofrezco de frontón para su pelotera, hasta ese punto le tengo cariño. No suelo ir de víctima tampoco, asumo mi parte y apechugo con las consecuencias. El precio de la libertad siempre fue alto, más para las mujeres, más aún para las mujeres feministas. Y ya no digamos feministas locas (conceptos que han llegado a ser sinónimos):

No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente, Virginia Woolf

Lo personal es político, Kate Miller

La culpa es la mejor arma de tortura contra las mujeres, Elena Poniatowska

Pero las feministas ya no creemos en la culpa, ni en la reputación. El precio de la libertad es alto, pero su sabor lo es más aún. Si es que vamos provocando...


1 comentario:

  1. Uy, no, no son sinónimos loca y feminista, ojalá, mejor nos iría. Muchas veces ni se acerca, ains.

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