sábado, 28 de mayo de 2016

Las emociones imaginarias

Una se cansa de verse repetida, cíclicamente repetida, mensualmente repetida...

No es del todo cierto. Las hormonas son un equivalente natural de ciertos psicofármacos, que actúan incluso a nuestro pesar. Como ellos, producen estados alterados de conciencia cuya utilidad no siempre detectamos en tiempo real. Tales estados pueden incluir accidentados viajes en el territorio siempre confuso, y a veces inhóspito, de las emociones. El territorio del llanto, de la angustia, y de todas las paranoias emocionales relacionadas con sentirse sola, vacía, bloqueada, intratable...no hay que olvidar que es un estado alterado de conciencia, y que lo es para bien.

Últimamente he tenido dolores vitales importantes, principalmente duelos. Si el duelo fuese una ciudad en los mapas de mi locura particular, la avenida principal de tal ciudad sería el sentimiento de pérdida, por ser el más llamativo, recurrente y doloroso. De ahí al de abandono, hay una calle. Del abandono a la falta de autoestima, otra calle. De la falta de autoestima al enfado con una misma, una más, y ya si tanto callejero desemboca en que se vuelven difíciles las relaciones con los demás, la plaza central del pueblo se ilumina con la luz extraña y artificial de las emociones imaginarias. El conflicto es irreal, está solo en mi cabeza. Esa plaza central lo es de mi locura, y mi locura no es más que mi dolor expresándose. En la medida en que consiga hacerlo (y este es un lugar tan bueno como cualquier otro), podré ir a otras ciudades de mi mapa, podré incluso cambiarme de territorio.

Desde hace ya bastantes años, por ejemplo, no visito el territorio de la psicosis, ni de los delirios. Este blog me ayudó mucho, y ayudó también a otras personas, por lo que me han hecho saber. La psicosis o el delirio resultan más enigmáticos, graves e inconmensurables en comparación con otras formas de expresión del dolor emocional.

La tristeza es una silenciosa carrera de fondo, su ruido puede parecer de baja frecuencia, mitigarse, acolchonarse y camuflarse durante meses. La expresión de ese ruido también se alarga en el tiempo... mientras parece que vivimos, que nos pegamos "la vidorra", je. La euforia como contraste, tan querida para quienes somos, o estamos, emocionalmente inestables. En un duelo, la euforia es el respiro, siempre tan de agradecer... pero ha de entenderse en su contexto, como todo.

Pero volvamos a las hormonas. Son sabias, inoculan su dosis con una frecuencia lo suficientemente espaciada como para que se pùeda vivir entre una y otra, y lo suficientemente cercana en el tiempo como para que no olvidemos que tenemos dolores pendientes de trabajar. Según cómo nos hayamos portado entre una y otra, la siguiente viene como viene. He debido de portarme mal conmigo misma estas últimas semanas, porque me han dado un buen repaso, me han tenido callejeando por las emociones imaginarias unas cuantas horas. Con las hormonas hay que dialogar, la separación cuerpo-mente ya no se la creen ni los biologicistas. Tras la conversación de hoy, hemos llegado a la conclusión de que los fines de semana son la plaza del pueblo, y de que, siendo como es un pueblo pequeño donde nos conocemos todas, lo mejor es no pedir peras al olmo. Sería conveniente, ya que es tiempo de ocio, hacer pequeños viajes a lugares naturales en el mundo real o, en su defecto, buscar paisajes mentales fuera del pueblo: en los libros, en la buena compañía, en la pintura, en el cine, en la música, o incluso en el trabajo, si es que quedó algo pendiente. En cualquier caso, hacerse consciente de cuándo las emociones son imaginarias, y no tomarlas demasiado al pie de la letra. Si son metáforas, habrá que buscar la evocación antes que la literalidad, la poesía antes que el drama.

Lo que más cuesta es la impaciencia de esperar (desesperándose) una alegría que no termina de llegar aunque, como bien ha dicho hoy uno de mis mejores amigos: "está a la vuelta de la esquina".

miércoles, 25 de mayo de 2016

Jazmines, whisky y benzodiazepinas

Envío mi saludo,
que los cálices abre de las flores,
y que hace hablar a las palomas en las ramas, 
a un amigo distante que vive en mis entrañas
aunque mis ojos de verlo están privados

  Hermoso este saludo mediterráneo de la poetisa hispanoárabe Hafsa (s. XII). Dice un amigo mío, sereno y loco, que la pasión mediterránea... ¡es una cosa muy antigua!.
 
  En tiempos del sms:

 Borro de mi móvil la memoria de la oscuridad
 cierro los ojos y tapo los oídos a tu rabia
 (estoy demasiado cansada para comprenderla).
                             ...
 Vamos con un silencio del tamaño de tu tiempo.

 


 

lunes, 16 de mayo de 2016

Mad Pride: Es cultural

La perspectiva dominante dice que la ansiedad es una enfermedad, o más propiamente un síntoma.

La ansiedad es una forma de expresión. Lo que expresa es tan variado como las historias de las personas que la experimentan. La ansiedad es una reivindicación, una queja y una demanda en principio desprovista de palabras. La ansiedad es la expresión corporal radical de lo que no resulta fácil expresar con palabras. La dificultad de ponerle palabras tiene que ver con que aquello que intenta expresarse, de alguna forma no encuentra acomodo en los parámetros de la cultura dominante, en el lenguaje de la cultura dominante. La ansiedad desaparece en cuanto somos comprendidas.

Ser comprendida es estar con alguien con quien resulta fácil expresar esa queja, por fin, con palabras. A menudo esa persona tiene también sus formas particulares de expresión, lo que la capacita para crear el clima en el que puede decirse lo que antes parecía imposible. En esas circunstancias desaparece el bloqueo comunicativo que es, finalmente, lo que genera la ansiedad.

Muchas son las causas que pueden impedir la comunicación entre dos personas. Muchas de ellas son ideológicas, o más extensamente, culturales. Por ejemplo, los estereotipos de género pueden causar mucha ansiedad en las relaciones personales, tanto por acomodarse a ellos, como por intentar combatirlos. Ejemplos: una mujer tiene ansiedad, intenta expresarse mediante ella, intenta decirle algo a su pareja hombre, y ese hombre responde no a la ansiedad de su compañera, sino a un estereotipo de género, en concreto el de que las mujeres somos más dramáticas, más emocionales, más inestables. El estereotipo de género impide la comunicación, luego genera más ansiedad.

Las personas con quienes sí es posible la comunicación están acercándose a la cultura Mad, bien porque ellas mismas comparten esos referentes culturales, bien porque, aún no compartiéndolos, son permeables a ellos, son capaces de establecer un diálogo intercultural más allá de la lógica sano-enfermo, que no deja de ser una falsa dicotomía creada por quienes hacen negocio de tal división. Mientras los problemas de comunicación se sigan considerando un problema médico, seguirán creciendo hasta el infinito. Y la banca gana siempre.

Estoy de cumpleaños hoy. Día mundial contra el electroshock. Seguimos construyendo otras formas de comunicar, y estamos muy orgullosxs. El Mad Pride es cultural...y político!

sábado, 14 de mayo de 2016

Paranoias emocionales

Sí, lo reconozco. He estado un rato con el teléfono en la mano, incluso escribí un par de mensajes que borré enseguida, sin llegar a enviarlos. Así que es una ocasión como cualquier otra para hablar del mal que me aqueja últimamente: las paranoias emocionales. Precisa y concretamente ubicadas en el terreno de la sexoafectividad. Ya solamente ahí. Desde que no siento que me persiguen los servicios secretos, y de eso hace ya unos cuantos años, he llegado incluso a aburrirme del grado de normalidad mental que soy capaz de mostrar. Puedo hacerlo, y punto. Pero no me satisface lo más mínimo.  Me aburro muchísimo, de hecho. Pero como siempre quedan refugios entre la normalidad, el duelo y el estrés, ahora me da por las paranoias emocionales. Que no se diga que no desdramatizo. Escribo esto a modo de sucedáneo de invadir la intimidad de nadie con sms, toboganes y montañas rusas. Aquí por lo menos no se hace ruido. El ruido del siguiente sms, cuando estás en medio de una conversación "pasional", se convierte en el centro del mundo, y activa todo tipo de reflejos condicionados. Tiene bastante de conductista, lo que sinceramente me produce un horror indescriptible. Ese horror escribe por mí, me genera ansiedad y ya lo de menos es el contenido. El contenido es la oscuridad, su relato en radical sincronicidad, desgranado en capítulos fragmentarios, que además pitan.

Pero el contenido proporciona información sobre la oscuridad, en ambas direcciones. Es una forma ligeramente agresiva de conocerse, porque es una forma de confrontar las paranoias de una con las del otro. Se puede sobrevivir a esa confrontación, e incluso salir reforzada, también por ambas partes. Pero reforzada no es sinónimo de ilesa. Debo aclarar, siendo honesta, que suelo empezar yo. La idea es quedar, siempre. Alimenta esa idea el deseo de estar con la otra persona, es una motivación profundamente pasional. Pero ante esa motivación por mi parte, conviene no olvidar que tratamos con el Otro, y vaya por delante que el Otro de hoy es abstracto, una figura sin nombre, alguien que está al otro lado, y que probablemente no tenga una motivación tan clara como la mía, ni que por supuesto comparta tampoco, ni mi urgencia, ni mi disponibilidad. Pero hay cierta curiosidad, por la otra parte, de obtener esa información, sin comprometer su tiempo ni su disponibilidad futura. Lo contrario sería fácil y rápido: hoy no puedo, pero sí mañana, o el jueves, o cuando sea. Esto último sería un bálsamo para mi ansiedad. Pero aquí cada uno lleva su mochila cargada con sus propias historias, y de la misma manera que yo tengo esa tendencia, la otra persona puede tener la contraria. Así que voy a limitarme a intentar comprenderme a mí

La ansiedad sexoafectiva nace de la necesidad, culturalmente inducida en el caso de las mujeres, de sentirnos queridas y deseadas, y del miedo a no ser correspondidas. En mi caso, por las circunstancias personales de los últimos meses, se añade una necesidad bastante apremiante de sentirme cuidada. Se une además a ciertos traumas recientes donde eso no se ha dado en la medida en que lo necesitaba muchísimo. La autoestima queda tocada, y recomponerla, si bien no es imposible, lleva su tiempo. En las estructuras mentales con las que el patriarcado oprime a las mujeres, tener pareja es un "premio", y no tenerla, un "castigo". Por muy feminista que se quiera ser, en momentos vitales de especial vulnerabilidad, el patriarcado puede golpear muy fuerte. Por ejemplo durante un duelo de ruptura.

Durante un duelo de ruptura, lxs psicólogxs aconsejan tomarse un tiempo antes de comenzar una nueva relación. Por otro lado, la tradición refranera frivoliza con que un clavo quita a otro clavo. Como no visito psicólogxs, ni tengo especial reverencia a los refranes, me las apaño como puedo, entre el trabajo, la angustia de los fines de semana, y las fantasías con que las cosas podrían haber sido de otro modo si yo me encontrase un poquito más estable. Mis propios referentes como activista en estos tinglados apuntan en primer lugar a la necesidad de comprender qué mecanismos se activan, y cuándo, y sobre todo, qué estrategias podemos tener a mano para minimizar el sufrimiento.  En el caso de los mensajes: ¿por qué lo hago? ¿en qué circunstancias lo hago? Una vez comprendido lo anterior: ¿qué puedo hacer para no hacerlo?

Aquí una lista de descubrimientos recientes:

- Apoyarse en alguien que quiera y pueda ayudar, alguien que sea consciente del sufrimiento real que está generando, de que no es un capricho sino un problema de autocontrol, e incluso de extrañamiento de una misma, a su vez motivado por un problema de autoestima. Y es un gran momento para decir: gracias.

- Priorizar lo que causa malestar, no sea que estemos focalizando en el mal menor. De nuevo: gracias.

- Hacer un repaso de qué vacío estamos cubriendo con la paranoia emocional. Qué hacíamos antes en ese espacio mental, que evidentemente hemos dejado de hacer. En mi caso concreto, puede que ya no lea tanto, ni pinte, ni practique música, ni quede tan a menudo con personas a las que quiero. La pasión como enfermedad: quien lo probó lo sabe. Aún así, gracias.

- Recuperar la perspectiva: siempre hay un yo antes de eso. El problema es si, en ese antes, no sería todo incluso peor, con lo cual la paranoia emocional, o pasional, o como se quiera llamar, viene a traer un tipo de sufrimiento más llevadero, que permite relativizar los anteriores, o hacerles menos caso. Error, porque lo que se hace es canalizarlos en una única dirección, dándole a ese canal un peso y una intensidad desproporcionada. Sea como sea, el objetivo en todo caso es sufrir menos, o no sufrir, antes que plantearse que el sufrimiento es obligatorio, y que por lo tanto solo nos queda elegir entre una carta variada de ellos.

- Escribir sin descanso, hasta que lo que duele dentro pueda verse ahí afuera, y pueda así de alguna manera objetivarse. Es el mismo método que utilizaba con las otras paranoias, el que hizo nacer este blog. Si con las otras se pudo, con esta también se podrá.

- Salir a celebrar todo lo anterior. Esta tarde me invitan al Requiem de Verdi (¡gracias!), así que ya me veo llorando a mares, deshaciendo muchos nudos, y saliendo después a bailar. Bailar es siempre lo mejor. No por casualidad, estaba bailando muy poco.



viernes, 13 de mayo de 2016

Al pie de la montaña

 Son las doce de un viernes, fin de semana. Vuelvo a casa con un gusto de alegría recuperada, sorprendente por haber perdido la costumbre. Una reunión institucional que augura buenos tiempos, unas pizzas compartidas, una partida a los dardos, reencuentros, otras zonas de la ciudad. La montaña está en el campo visual, formando parte del paisaje mental, región central de los mapas de la locura.

Pero la montaña ya no es el territorio.

Me explico entera a cambio de amor del bueno, no de su simulacro. De momento soy capaz de distinguir la diferencia. Las locas molamos (cuando molamos) porque somos imprevisibles, exactamente por eso. Tener orgullo de la locura no es conocerse, sino dejarlo siempre pendiente, como una carrera de fondo que dura toda la vida. Lo que se pueda construir a partir de entonces tiene el sabor de los hallazgos inesperados, de las revoluciones emocionales (que pueden llegar a ser científicas, o políticas, si hay comunidad que las respalde), de los procesos que van más allá de meras anécdotas biográficas, incorporándose a los sueños de quienes se desconocen sin vergüenza. Nadie dijo que fuera fácil, y sin embargo, la luz que ahora ilumina este momento ni conoce la sombra ni la evita. 

Rosalía de Castro era punk!
 Nin me abandonarás ti nunca, negra sombra que me asombras.


Sin más

 A menos de media hora para las cuatro de la tarde, pareciera que va a llegar la noche en cualquier momento. El cielo está blanco, acumulando lluvia para llorárnosla encima toda la tarde. Buscando maneras de sobreponerme a semejante cataclismo, recuerdo de repente el maravilloso programa de Radio Kras, Vericuetos. "Los caminos menos transitados de la música". Siempre con sorpresas, serán ellas las que me lleven de un estado emocional a otro. Y me explico.

 Cantan unas muchachas entre folclóricas y punkis. Melancolía con irreverencia. Es perfecto. Allá al fondo de las muchachas, las guitarras se ponen aún más melancólicas, pretendiendo ser furiosas. No cuelan. Me trasladan ahora a un parvulario, con xilófonos y dibujos animados manga de los 80, del parvulario a las tardes de la EGB. Mi propio parvulario, el del vaso de leche por las tardes y aquel recuerdo más que inquietante. No puedo escribirlo, ni siquiera recordarlo con nitidez. Vámonos de aquí. La irreverencia sube de tono, mientras alguna otra muchacha desafina al más puro estilo experimental. No entiendo lo que canta,  puede que sea un idioma inventado, para decir lo que no puede decirse de ningún otro modo. Sólo mi ignorancia es mayor que mi pasión por la música.

 La voz de Pedro me devuelve a la realidad cuando pronuncia el título de la próxima canción que va a sonar: "Un beso en el desierto",  donde el explorador se perdió, no sé cuándo me fui, ni si me fui. Sólo sé que encontré una noche clara, clara como el día.... sin prisas cuánto tiempo caminamos...en el camino huellas en la arena...

 "El desván del macho" es el nombre del grupo que va a sonar ahora. Soy todo orejas: están asesinando tus sueños. La televisión no lo filma. Cambio de canción de nuevo: los siguientes somos nosotros...dispara tu odio ahora, ahora que es evidente...que el siguiente somos nosotros...tenemos gran facilidad para llenar los cubos con problemas...

 Cambio de párrafo para escuchar a Eduardo Suárez: "El viento frío" De frío nada, desde luego. En esta media hora se ha ido parte del cansancio milenario que me acompañó las últimas semanas. Ese esfuerzo casi místico para sostener las mañanas de trabajo, a costa de derrumbarme por las tardes, de una forma u otra. Diferentes maneras de derrumbarse: que el cuerpo se niegue a pasear, que el simulacro de comunicación sea una montaña rusa de sms, que se añore algún estado pasado de una misma que a duras penas puede recordarse, emocionalmente hablando. Lo que suena ahora pellizca con cariño todo lo que dormía, relegado a lo onírico por decidir perderme. Tengo una llamada pendiente.

 Ritual part 1: ¿Dejar de escribir para sentarme al cajón?

sábado, 7 de mayo de 2016

Posmodernidad emocional

Los artistas atormentados se alimentan de dolores, propios o ajenos. Mientras crean no ayudan a nadie, y cuando lo hacen, no es por su buena intención, sino por la sensibilidad de quien les escucha con el corazón abierto, con todo listo para encontrar espejos, para admirarles y permitirles que toquen su alma. Si están cerca, es para salir corriendo.

¿Cómo sujetar mi alma para que no roce la tuya?

Rilke lo sabía, incluso lo reconocía. Pero eso tampoco le sirvió para mirar a los humanos con más cariño que a su proceso de creación. Eso sí, le encantaban las flores, y los animales, en ellos veía lo Abierto, que era su añoranza. Su nostalgia y su melancolía perpetua. Manda huevos, nunca mejor dicho.

Mientras tanto, con arte o sin él, una se apaña como puede. Como ya nadie está estable, pues tú tampoco te lo exiges, faltaría más. Pero sufres por no estarlo, te rompes los cuernos intentando recordarte de otra forma, hasta quieres echarle la culpa a alguien. Echo de menos estar con mi abuela, la manera en que su mundo y el mío se encontraban. Nuestras conversaciones sobre feminismo. Feminismo de abuelas de la guerra civil. "Estas rapazas son tontas, enamóranse dos cartóns". Irme con ella de vacaciones al todo incluido, ponernos moradas de sandwich de queso al lado de la piscina. Me voy a hacer un vestido con uno suyo que le encantaba, un vestido de verano, lleno de margaritas amarillas, y puntitos blancos, con fondo negro. El día que lo estrene, me volveré sabia.

Sin mi abuela, algunos dias es como si no me quisiera nadie.
Duérmete, anda, que es tarde.