domingo, 22 de marzo de 2015

En movimiento

En este movimiento, podríamos estar todas las personas del mundo. Pero nos han acostumbrado a dividir el mundo en dos tipos de personas: las que van al psiquiatra y las que no. A las segundas se les denomina "sanas" o "normales". A las primeras, se les denomina "enfermas mentales".

 Yo estoy en el lugar de las que ya no vamos al psiquiatra, por lo que, en cierta forma, tengo visión de pájaro, perspectiva. Es un lugar extraño, tal y como la psiquiatría entiende el diagnóstico que me ha puesto. Cuando me muevo, lo hago por todas las personas, porque cualquier sufrimiento humano provoca también sufrimiento psíquico. Cualquier mejora en la dignidad y condiciones de vida de cualquiera, es una mejora de su sufrimiento psíquico.

Así que no es, en principio, un movimiento identitario, porque todas las personas que lo formamos, hemos atravesado, y seguimos atravesando,  diferentes identidades en relación a esto. Diferentes intensidades, diferentes etapas, diferentes grados de esperanza, o de su contrario. Es un movimiento que lo atraviesa todo: la clase, el género, el lugar de origen, la identidad sexual.... en todas partes se sufre. En todas partes, la dignidad y la justicia nunca son suficientes.

Pero la gestión clínica, social, farmacológica y económica de tanto sufrimiento la tienen unxs pocxs, Y por eso no sueltan el binomio "sano/enfermo". Si estás "enfermo", estás en sus manos, eres su objeto, de investigación, de psicoeducación, de contención, de privación de derechos civiles, de estigmatización....

No se trata de estar en uno u otro lado, los lados son cambiantes, ambos lados atraviesan la vida de cualquier persona, en diferentes momentos, la vulnerabilidad nos toca a todas las personas: el miedo, el dolor, los pensamientos paralizantes, las angustias, los extrañamientos.... Se trata de caminar hacia una sociedad que acompañe esa vulnerabilidad, que la comprenda, que la haga suya, que la cuide, que no la esconda bajo la alfombra, la consulta del psiquiatra, las pastillas, o la institucionalización.

Este es el movimiento en el que estoy, estos son los zapatos con los que camino.

sábado, 21 de marzo de 2015

Esquizoporqué?

Vengo aceptando, con creciente naturalidad, que, en la realidad compartida por la mayoría (concediendo que tal cosa exista), estoy sólo a veces, y de paso. O sería mejor decir que estoy según para qué. La mayor parte del tiempo estoy, por ejemplo, más en lo cualitativo que en lo cuantitativo. Más en lo emocional que en lo racional. Más en lo subjetivo que en lo objetivo. Más en la física cuántica que en la newtoniana. Más en la locura que en la normalidad, por resumir un poco.
Bueno, nada, que seguimos haciendo cosas, a nuestra bola, y esto no para de crecer. A ver si los normales vamos a ser nosotrxs, (por terminar de alguna forma).

lunes, 9 de marzo de 2015

Próximas charlas

En dos días me voy de viaje.

Este miércoles 11 de marzo por la tarde estaré en Madrid, en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense. Me invita el colectivo Aula Social. Mi participación será en una mesa de experiencias de personas psiquaitrizadas, dentro de las siguientes jornadas:
                     
                          "Desde las jaulas. La cárcel y sus múltiples caras"

Unos días después, el sábado 14 de marzo, daré otra charla en Sevilla, titulada "Desmedicalizando la esquizofrenia: rutas desde el feminismo". Esta vez la invitación proviene de un colectivo feminista. En cuanto tenga el cartel con todos los datos reedito la entrada y lo incluyo.

Espero que podamos encontrarnos...

domingo, 1 de marzo de 2015

Esquizonamiento

No es la primera vez que planteo que eso que llaman "esquizofrenia" no es un problema médico, sino filosófico. Es filosófico porque tiene que ver con la relación entre nuestros pensamientos y el mundo, y cómo estos conforman a aquel, y viceversa y viceversa, y viceversa, cómo el mundo entra en nosotrxs, filtrado por dudas, inseguridades extremas o certezas delirantes. Cómo nos mostramos al mundo a partir de estas experiencias de pensamiento, cómo actuamos en base a ellas, y cómo el mundo nos devuelve, a menudo, una imagen de espejo deformado por prejuicios, incomprensión, paranoias biologicistas y poca convicción acerca de la igualdad, el respeto a la diferencia, y la justicia social.

 En cuanto a esos más que discutibles componentes biológicos, o bioquímicos, de tales pensamientos, quizá la actitud no sea tanto negar correlaciones, sino enfrentar en serio, filosóficamente, epistemológicamente, la naturaleza de esas relaciones. Si nos quedamos con el reduccionismo de la fórmula: Desequilibrio bioquímico como causa, y delirio como consecuencia, reduciremos esa correlación a una relación de causa efecto, unidireccional y, lo que es peor desde el punto de vista epistemológico, no comprobada empíricamente. Lo que se llama un fraude, desde el punto de vista estrictamente científico. Si ampliamos la mirada, actividad siempre recomendable en todos los ámbitos de la vida, podemos dar un paso más allá, y situarnos por ejemplo en una hipótesis de interrelación entre ambos mundos, el bioquímico por un lado (nunca material del todo) y el existencial, o cultural, o psicológico, por otro. En esta hipótesis, lo bioquímico y lo existencial están continuamente hablando, y lo importante no es quien habla primero en cada conversación que inician, (porque estoy convencida de que, al igual que sucede con las conversaciones reales, unas veces las empieza unx, y otras veces otrx, y nadie se va a casa pensando en quien empezó cada conversación, sino en lo que sucedió en ella. Bastante a menudo hablamos todxs a la vez) Lo importante es lo que se dice, el contenido de la conversación.

Con todo lo limitada que puede ser nuestra capacidad para el lenguaje, y consciente de que, en estos trances (a veces, literalmente), la capacidad para el lenguaje hablado (pactado como convencional y central) puede ser aún más limitada, aún así, no estoy de acuerdo con explicaciones psicoanalíticas que ponen esa limitación en el centro para describir a una persona que está atravesando una psicosis. No estoy de acuerdo porque esta explicación es elitista, capacitista, en cuanto a las diferentes lenguas que hablamos todas y cada una de las personas. Y no me refiero solo a idiomas, Esta explicación no recoge el lenguaje corporal, o el lenguaje interior, el lenguaje emocional, o el lenguaje específico de la experiencia delirante (visto desde ese punto de vista capacitista como inconexo, o incoherente) Cualquier terapia, del tipo que sea, está interaccionando con esos lenguajes, está manteniendo una conversación con ellos. Si el "sujeto terapéutico" no reconoce al otro como interlocutor, mal vamos. Una cosa es que no lo entienda, otra muy diferente, que le niegue el lenguaje solo porque le resulte incomprensible desde sus parámetros. Quizá, en este caso, el sujeto terapéutico debería apuntarse a una escuela de lenguajes no capacitistas. (Cuestión difícil, por otra parte, debido a las leyes de la oferta y la demanda)

Tampoco estoy de acuerdo con las clases de "buenos modales positivos" de la terapia cognitivo conductual, una especie de curso acelerado de habilidades sociales done lo importante no es tanto estar bien, como parecerlo. Donde lo importante no es escuchar nuestra propia voz, sino sonar como los otros quieren que sonemos, para mayor tranquilidad de la parroquia (que al fin y al cabo, nos conocemos todos, y eso de delirar da muy mala imagen)

A este esquizonamiento le faltan muchas ramificaciones, para las que ahora no tengo tiempo. Pero no estaría de más ir pensando en ese diálogo entre lo bioquímico y lo existencial (incluyendo interferencias múltiples en la conversación, como por ejemplo las voces de lxs diferentes "sujetxs terapéuticos"), así como en las posibilidades de acuerdos, desacuerdos, consenso, y poesía.