miércoles, 20 de marzo de 2013

Pincho y Mielito

Pincho y Mielito son dos buenos amigos, con los que además comparto casa.

Pincho es como una trigresa pequeñita, de color gata salvaje, llena de rayas grises y negras. Tiene más de tres años y es muy tímida, a veces demasiado, asustadiza cuando vienen visitas o escucha cualquier ruido extraño. Es buena buenísima, cariñosa, dulce, y diría que muy empática: cuando no me encuentro muy bien anímicamente, me mira muy fijo, como queriendo comprender, y luego viene a mi regazo a estar conmigo, a decirme "estoy aquí, ya pasará". Y cuánto se lo agradezco....

Mielito es muy joven, no para quieto. Menos mal que no lo llevo al psiquiatra, porque le diagnosticaría TDAH, fijo. Pero es mentira que esté trastornado. Lo que pasa es que es acróbata, atleta, y un poco perro. Sí, Mielito tiene complejo de perro, pero solo para algunas cosas. Lo descubrí el día en que le tiré una bola de papel, para jugar un poco, y cuál no sería mi sorpresa cuando me la trajo de vuelta, en la boca, para que se la tirase de nuevo. Alucinante, de verdad. Pero la cosa no terminó ahí, y recientemente descubrimos un juego nuevo, que le vuelve loco. Sucede por las noches, justo cuando me meto en la cama y le lanzo una bolita de papel arrugado al aire. Salta como un cohete a por ella, no importa lo alto que se la haya lanzado, y cae clavado en el colchón, como una gimnasta china en la barra de ejercicios. Lo siguiente, por supuesto, es traerme de nuevo la bola, para jugar y jugar, las veces que haga falta, hasta que reclamo mi tiempo para leer un poco antes de dormir. Olvidé decir que Mielito es muy sociable, en eso también se parece a los perros, me sigue a todas partes, y recibe a cualquier invitado como si lo conociese de toda la vida, un auténtico gato bien educado, con la diferencia de que, en cuestiones de educación, es completamente autodidacta, exceptaundo mis empeños porque aprendiese la palabra "no", muy útil para que no se suba  a la mesa cuando estoy comiendo o tecleando con el ordenador, pequeñas reglas de convivencia muy básicas, y muy útiles.

Vivir con estos dos amigos es una fiesta, estoy tan orgullosa de ellos....Por cierto, entre ellos se llevan muy bien. Duermen juntos, guerrean un poco de juerga, se persiguen, y creo que, a su manera, me quieren tanto como yo a ellos. Larga vida, amigos míos!!

3 comentarios:

  1. Pincho y Mielito con perspectiva de género: un suspenso total, pero vale para explicarlo. De Pincho, que es la gata, destaqué sobre todo características físicas, y de las psicológicas incidí en su dulzura, buen carácter, bondad, timidez...
    De Mielito no dije nada físico, y sin embargo lo describí por su acción, su papel activo jugando y su inteligencia aprendiendo.
    Ahora al volver a leerlo me parece escandaloso, así que les pido disculpas, a ambos, por esta descripción tan sexista, aunque fuera de forma inconsciente (y ahí está lo malo, que mucho feminismo para que luego la tradición me traicione de esta forma, es imperdonable) Así que lo arreglo:
    Además de lo anterior, que es cierto, Pincho tiene también un carácter fuerte, sobre todo cuando se cansa de jugar o de que Mielito, que además es celoso, le muerda el rabo para protestar porque la acarician a ella y no a él. Le bufa con contundencia y termina por echarlo del sofá. Mielito, que es totalmente amarillo-beis y me hace juego con los muebles de madera clara, es, por su parte, muy dependiente, quizá demasiado, sobre todo cuando corre peligro de pisotones por seguirme por toda la casa. También es un poco llorica, reclamando atención casi continuamente.
    Así que ya veis, en todas partes cuecen habas.

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  2. Me ha gustado mucho conocer a tus compañeros de piso. Yo también comparto mi casa con dos gatas, bueno, una de ellas Misha nos dejó hace dos años. ¡No sabes cuánto la echamos de menos! Ella también era un poco perra, en el buen sentido de la palabra, porque le encantaba correr tras una pelota de papel de aluminio.

    Lúa ya es mayorcita, ha cumplido la mayoría de edad para nosotros los humanos. Se llevaban fatal, dos gatas adultas compartiendo territorio. Lúa llegó de invitada y se quedó, pues aún así siempre fastidió a Misha, la perseguía constantemente y le buscaba las cosquillas sin cesar. A Misha no le hacía gracia tener que aguantar a otra gata y por no enfadarse, no hacía caso a las contínuas provocaciones de su compañera. Era un encanto, cariñosa, jugetona, piscóloga, amiga, siempre estará con nosotros.

    Lúa que vino a casa ya adulta, con siete años, trajo una maleta llena malos tratos, falta de cariño, agresiva por momentos, llena de lesiones que ella misma se hacía, en fin, fue difícil la convivencia con ella. Misha era encantadora, pacífica, cariñosa y de repente su tranquilidad se vió perturbada y la nuestra también por una gata maltratada por la vida, bueno, seamos francos por los humanos. El veterinario quería darle Prozac, puesto que sus males eran psíquicos, no hizo falta, bastó mucho cariño y bastante paciencia.

    Dos gatas de la misma edad, con la misma suerte, recogidas del abandono y con vidas tan distintas. Misha creció en un ambiente familiar favorable, Lúa tuvo mala suerte, su dueña no le dió lo que necesitaba además de comida, que es el cariño. Y un veterinario al que merece otro tipo de calificativos que evitaré mencionar, la desunguló, y eso acabó de trastornarla, no sólo le costaba caminar sino que la desestabilizó por completo.

    Lúa cuando se marcho Misha la echó tanto de menos o más que nosotros, y creo que con el tiempo ha aprendido a ser feliz.

    Un abrazo Paula y muchas carantoñas para Pincho y Mielito.
    Lola

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  3. Hola Lola! Me encanta que vengas a visitarme, y a contarme cosas, y hoy de forma especial, al descubrir que compartimos el amor a los gatos, esos amigos de los que, como vemos por aquí, hay tanto que contar.
    Siento mucho lo de Misha,yo también perdí a Garzú y a Michi, y también los echo de menos, muchísimo. Es impresionante lo que los animales pueden aportarnos, tan diferente, y a veces tan parecido, a nuestra relación con los humanos. Me apetecía mucho hablar de ellos porque pasé un días un poco especiales, donde por alguna razón, más que otras veces, su compañía me hizo muchísimo bien, y merecían una presentación en toda regla. Me alegra muchísimo que te hayas animado a presentarme a las tuyas, así que te digo lo mismo, un abrazo, Lola, muchas carantoñas para Lúa, y muchos buenos recuerdos para Misha.
    Hasta cuando quieras, ya lo sabes, cuídate mucho.
    Paula

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