lunes, 31 de diciembre de 2012

Kit regalo: "Psiquiatría para tod@s"


La psiquiatría trabaja con unidades de análisis clínico llamadas "síntomas". Un síntoma, también conocido como indicio, es una unidad de sospecha sobre la relación entre la conducta de alguien y la aplicación de un diagnóstico, actividad (la de diagnosticar) que irá seguida de la correspondiente prescripción de tratamiento. 

Los síntomas se obtienen de fuentes diversas:

- Autopercepción sintomática: En este caso, es la persona "en síntoma" la que se reconoce como tal, es decir, acude a la consulta del psiquiatra con una valoración previa y subjetiva de que lo que le acontece es tratable por la psiquiatría, puesto que le causa molestias, angustia, incapacidad para desempeñar alguna tarea, sospechas de que coincide con algo que ha leído... los motivos para tener autopercepción sintomática pueden ser variados.

- Valoración clínica: El profesional dictamina síntomas a partir de la observación del sujeto, que está físicamente ante él. Es lo que se llama ojo clínico. El profesional, al ver al sujeto, observa y anota aquello que puede ser sintomático. Puesto que la observación ya se produce en el ámbito clínico, es decir, en la consulta, las probabilidades de que toda anotación tenga relevancia como síntoma se multiplican exponencialmente. Si hablas, lo que dices es un síntoma. Si callas, también.

- Paternalismo familiar: El afán protector de los familiares conduce a menudo a los individuos ante la consulta de un psiquiatra. El relato de los familiares sobre la conducta del sujeto también es una fuente de síntomas. Según criterios ideológicos de relevancia de la estructura familiar, el relato de los familiares puede ser decisivo como fuente de información sintomática, hasta tal punto que la entrevista con familiares, al margen o en ausencia del sujeto, se convierte en herramienta clínica de primer orden. Si hay contradicción entre los relatos familiares y del sujeto "tratable", la ideología de la relevancia de la estructura familiar podrá determinar la validez del criterio. A menudo el criterio de validez (la cualidad de medir correctamente aquello que se pretende medir) a favor del relato familiar, neutraliza, por una posición de poder determinada por el profesional, el relato del sujeto "tratable".

- Denuncia ciudadana: Unas personas cualquiera valoran como "síntoma" una determinada conducta de un semejante, poniendo medios (llamadas a urgencias) para conducir a esa persona ante la presencia de un psiquiatra. A menudo no se trata de conductas delictivas, puesto que se recurríría a las fuerzas del orden, sino de conductas peculiares, poco frecuentes o que causan escándalo y/o preocupación (ir desnudo, gritar, permanecer encerrado en casa, tender la ropa del revés...y un largo etcétera). 

- Derivación desde otro médico: El médico de cabecera, por ser el más frecuente, detecta indicios o síntomas de que allí hay temita, y recomienda al sujeto visitar a un psiquiatra, para que sus indicios, ya en el ámbito clínico psiquiátrico, se explayen a gusto en la observación clínica, y se renombren como síntomas. 

Hay algo curioso en este mapa. Hay menos probabilidades de salir diagnosticado en la modalidad "Autopercepción sintomática" que en cualquiera de las otras. La rumorología del síntoma, resumida en la frase "háztelo mirar", obtiene una gran credulidad clínica, una alta validez. Es el triunfo de la psiquiatría como entretenimiento social, la generalización del ojo clínico, la moda "saca al psiquiatra que llevas dentro". 

Ahora bien, conocer a las personas puede ser muy útil para hacer un mundo mejor. Si tienes "madera de psiquiatra", no te conformes con derivar a uno con título, observa tú, escucha los relatos, presta apoyo, atención, tiempo, "saca a la buena persona que llevas dentro", y espera, quizá, a que la persona "tratable" desarrolle autopercepción sintomática, a que sea ella la que pida ayuda profesional, si tu apoyo, o otros que tenga,  no son suficientes. Aprenderás que el sufrimiento es universal, que no es, por eso mismo, tan diferente a ti. Aprenderás que cada persona es un mundo, a veces lleno de fantasía, o de miedo, o de soledad. Aprenderás que la soledad se cura con compañía, el miedo con apoyo, la fantasía...no tiene cura, pero sí tregua, y reelaboración, e incluso aprovechamiento, cuando va bien conducida, bien comprendida y bien respetada.

Estas navidades, regala el kit "Psiquiatría para tod@s", puedes jugar en pareja o con amig@s, en casa, en los bares, en familia. El kit se presenta en un bonito envoltorio lleno de purpurina, y está compuesto de besos, abrazos, conversaciones sin prisa, proyectos, confidencias, humor, amor y respeto.

PD: El recomendado Kit se encuentra en formato copyleft, ubicado en la cabeza y corazón de cualquiera de ustedes, y está avalado científicamente por el buen amigo Paco, psiquiatra, que no tonto, del pueblo.

lunes, 24 de diciembre de 2012

Profecía auto-cumplida desactivada

La mecánica de las profecías auto-cumplidas no es sólo cosa de psiquiatras. Por profecía auto-cumplida se entiende lo siguiente, siempre mejor con un ejemplo:

  Un psiquiatra te diagnostica una cosa rara (esquizofrenia, trastorno bipolar, trastorno obsesivo compulsivo...), y no contento con eso, te dice que es una enfermedad. A mayores te dice que la enfermedad en cuestión no tiene cura, que es crónica, y que el tratamiento, una pastillas tirando a asquerosas, también lo son.

 Entonces, pueden pasar muchas cosas, como por ejemplo que le crees. A partir de ese momento, en que confías en su criterio, empiezas a sentirte enferma, a imaginarte tu vida como enferma, eterna consumidora de pastillas, y eso no sienta muy bien, en general. Te vas haciendo a la idea de que es como la diabetes, sólo que no afecta  tu nivel de azúcar en sangre, sino a tu lugar en la sociedad, a tus posibilidades de encontrar un empleo, a la imagen que tienes de ti mismo y la que crees que tienen de ti, a tus expectativas vitales, a tus proyectos a corto y largo plazo, a las noticias que escuchas sobre lo que te pasa...y alguna cosita más que se me olvida.

 También puede pasar que no te lo creas, y pases de todo ese discurso, y pases hasta de las pastillas. Eso me pasó a mi hace años, pero había un detalle del que me costaba pasar: la existencia de periodos con pensamientos delirantes. Así que me dediqué a observarlos, empíricamente, filosóficamente, psicológicamente, a fin de conocer bien su mecanismo para reducir los posibles daños sobre mi vida, mis relaciones, mis proyectos... y tanto los observé, que elaboré una teoría alternativa al discurso de la enfermedad: no es una enfermedad, ni es crónica, pero sí es cierto que existe en mi cierta tendencia a gestionar el estrés emocional de una determinada manera. Hace poco, descubrí que esta teoría alternativa también tenía trampa, puesto que también generaba profecía auto-cumplida, en concreto en relación a la duración de los periodos. Es decir, me las prometía yo muy felices con mi particular sistema de auto-gestión sin fármacos con trabajo de apoyo en red, e incluso me emocionó, y me reafirmó, saber que por el mundo adelante había profesionales trabajando en la misma línea, de forma que me sentía más arropada en mis argumentos, menos marciana, y menos excepcional (no tenía el menor interés en verme como excepcional, sino todo lo contrario, me alegraba pensar que el hecho de que yo pudiese hacerlo así significaba que más personas podrían también, aunque yo no las conociese ni supiese de sus historias). El tiempo me fue dando la razón, y a las noticias sobre profesionales se fueron sumando otras de personas diagnosticadas que también podían resolver sus delirios sin necesidad de pastillas.(Hoy mismo hablé de esto por teléfono con un loco amigo, y de esa conversación nació esta entrada)

  Y ahora vamos con la trampa, que tiene que ver con la profecía auto-cumplida. El ejercicio de auto-observación  me mostró un patrón de periodos delirantes que tenía una duración concreta, que oscilaba entre tres y seis semanas. Cuando detecté este patrón, ya habían pasado varios periodos a lo largo de unos años, y caí presa de mi propia teoría, de forma que, inconscientemente, las siguientes veces adapté la práctica a la teoría previa, al "resignarme" a esperar que pasase el chaparrón, dando por supuesto que podía tener control sobre la intensidad y la conducta, pero no sobre la duración. Es decir, podía hacer que no se me notase si no quería, pero sentía que no tenía ningún control sobre la duración.

  El año pasado decidí matricularme otra vez en la universidad, como "terapia" complementaria. Por un lado, había comprobado que, en los periodos de estudio, no me tocaba ningún viaje mental de entre tres y seis semanas. Así que pensé que ,simplemente, estudiar me protegía de ellos. Pero ahora, además, sé otra cosa muy interesante, y es el por qué me protege. Me protege por dos razones:

- La actividad intelectual se centra, se canaliza, y lo hace en compañía. Puedo volcarla en temas de interés no sólo para mi cerebro necesitado de estímulos (o a veces de todo lo contrario), sino también para otras personas que comparten los mismos intereses (compañeras, profesoras...). Con esto, la actividad intelectual tiene también un carácter social,  y por lo tanto, es inclusiva a estos efectos.

- El hecho de estar integrada en una clase, con convivencia y cierto ritmo impuesto desde fuera (horarios, trabajos para entregar, fechas de exámenes...) hace que no me apetezca nada que se me despiste la cabeza, por si perdiera ritmo, credibilidad, o simplemente el norte. No quiere decir que en estos periodos no tenga algún pensamiento delirante despistado, quiere decir que ni de broma me pasa por la cabeza entrar en periodo delirante, hay que pararlos ya, en tiempo real. Hay que minimizarlos con contundencia y dedicación. Los buenos resultados en los estudios, al mismo tiempo, refuerzan la confianza y hacen esta actividad más fácil.

  Dicho todo esto, tendría que pedir disculpas, a quien corresponda, por no haberlo sabido antes, por no haberlo visto con tanta claridad. Por haber caido en mi propia trampa, que por ser mía, y distinta, pensaba que estaba libre de profecías auto-cumplidas. Más vale tarde que nunca, en cualquier caso.

 Otro aspecto interesante de socialización es el tema del programa de radio, gracias al cual estoy conociendo a otras personas que han pasado, o están pasando, por circunstancias parecidas, de forma que los mecanismos de auto-cuidado se comparten, se ponen en común, y se aprende de las estrategias de los demás. La parte en que cualquiera de mis compañeros podría aprender algo de mi no deja de aportarme una responsabilidad que no quiero defraudar, y eso supone una motivación añadida para reforzar los mecanismos de auto-conocimiento y gestión del tema. Pero también, y esto es aún más importante, la confianza en que la red aumenta en cantidad y calidad, y eso da mucho gusto.

  La conclusión es que la profecía auto-cumplida queda desactivada (¿habrá sido sustituida por otra? lo sabremos con el tiempo), y aunque nunca se puede bajar la guardia, es algo importante. Ya lo venía notando desde hace tiempo, pero esta semana vino la confirmación en forma de pensamiento clarividente (sí, para muchas cosas sigo siendo eskizo de los pies a la cabeza, y a mucha honra) Y ahora sólo me queda desearos felices fiestas, antes de que llegue la hora de la cena y yo siga aquí divagando sobre auto-regalos navideños.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Teorías de la conspiración contra psiquiatría forense

Por si no fuera poco la racha de criminalización de personas diagnosticadas a partir del reciente asesinato masivo en EEUU, y por si no fuera poco el tratamiento morboso y sensacionalista del mismo, faltaba un detallito, y era.. 4º Milenio!!

A un lado del ring, el señor Cabrera (psiquiatra) diciendo que el autismo es como una esquizofrenia en pequeñito, y que si bomba de relojería con madre trastornada, y que si no se qué y que si no sé cuántos.

A otro lado del ring,  otro señor, a quien la psiquiatría individual le importa un pito, y lo que le mola es la locura colectiva de las teorías de la conspiración, los búnkers, los preparacionistas y la extrema derecha en EEUU...

Molaba la cara de Cabrera cuando su colega de plató desvió el tema hacia la extrema derecha y los grupos paramilitares, así como la posesión masiva de armas, enlazando con el tema de la matanza en Noruega. El señor psiquiatra empezó a poner cara de "esto no me gusta", y ya no tuvo réplica porque el tema se acabó, y ahora están con extraños pájaros aparecidos en alguna pared de algún templo escondido de villarriba o villabajo.

En definitiva, me gustaría darle las gracias a Iker Jiménez por lo siguiente: el grado de trivialización es tal, que a nadie le importa un pito ya el criterio de la psiquiatría como predictora ni explicadora de conductas. La gente sólo se queda con que salió en el programa de la nave del misterio.

Para echarse unas risas, si no fuera tan triste. En cualquier caso, Obama piensa restringir el acceso a las armas...y aumentar el número de psiquiatras.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Ministerio de la Actualidad: Asperger.

A pesar de que no puedo con el sensacionalismo, hoy toca.

 EEUU, ese país donde solo hace falta tener 21 años y carnet de conducir para tener un arma. Ese país donde sólo hace falta tener un arma para usarla y cargarse a tantas personas como las municiones, la puntería y la mala hostia lo permitan. Un chico cualquiera coge un arma y la usa. Las armas, cuando se usan, no suele ser para nada bueno.

Pero el titular que la Actualidad elige es este: El asesino podría tener síndrome de Asperger.

  No suelo comentar demasiadas cosas sobre la Actualidad. La Actualidad no deja de ser un artefacto mediático para condicionar las lineas de opinión de quien no tiene opinión propia, los temas de café, las conversaciones en ambientes donde no suele haber muchas más cosas de las que hablar, así que esta semana, las autoridades de la Actualidad imponen el Asperger como tema de conversación. Ahora la gente ya sabe que "tener Asperger" (póngame medio kilo que me cae mal mi jefe), y no simplemente acceso a las armas y ganas de usarlas, puede tener alguna relación con no sé qué delito. Puede ser, incluso, su CAUSA.... qué bárbaro.....Es el Asperger, señores, no las armas, ni la violencia estructural de uno de los países con más muertes a causa de armas de fuego, ni el capitalismo, ni la desestructuración ética, ni el vacío existencial.... Ni las ideologías neonazis con las que fantaseaban los chicos que, hace años, también cogieron un arma en el instituto de Columbine (también en EEUU) para hacer lo mismo. No claro, tiene que ser "tener Asperger" (o cualquier otra cosa, sea esquizofrenia, bipolaridad, o algo del estilo) dónde va a parar. Donde haya un loco para echarle la culpa de algo.....

 La Actualidad no es más que basura ideológica, peligrosa, de la peor clase. Nada hay de ciencia, ni de respeto por las personas, ni de reflexión social, ni de nada que pueda utilizarse para construir un mundo mejor. La Actualidad, como mucho, nos señala todo aquello que nos sobra, que nos estorba. La Actualidad podría servir quizá como guía para todo aquello eliminable, con el siguiente criterio:
"si lo menciona la Actualidad, no lo necesitamos". 

La Actualidad está llena de diagnósticos. 

Si a partir de ahora cualquier persona diagnosticada de Asperger es más rechazada,  acosada,  ninguneada, o incluso agredida por obra y gracia de la focalización tramposa de la Actualidad, ya saben a quién pedir explicaciones o responsabilidades.






viernes, 14 de diciembre de 2012

Deliro, cosas.

Deliro cambios de actitud, deliro nuevos intereses sobre nuestros temas, deliro más información, más conciencia, menos miedo, y quizá por todo ello junto, más miedo que nunca. Deliro que nunca más volveré a delirar, que la visión cuántica me mantiene a salvo de casi todo, menos de mi misma.

 Delego sueños, responsabilidades, confianza, me vacío con frecuencia porque es la forma de seguir llenándome, reparto conciencia y optimismo como si me sobrase, como si fuese inagotable, un auténtico delirio.

 Tengo vértigo. Empiezo a creer que no estoy sola, a creérmelo en serio, y todo lo guardado, lo relegado, lo silenciado, se me escurre como si me sobrase, como si ya no tuviese peso ni poder sobre mi. Es de lo más extraño, disculpad que no tenga tiempo para otras cosas.

  Mientras me mantenía más o menos distanciada del blog, más que en otras temporadas, escribía más que nunca, mentalmente, verbalmente, colectivamente. Una locura, qué propio. Cómo me salva la locura de los excesos, es algo increíble, inexplicable. Empiezo a parecerme muy muy friki, a veces a mucha honra, otras con cierto cansancio de mi misma. Vaciar para llenarme, siempre funciona.

 Estoy dentro de un cuento sin fin. Estoy fatal de lo mío, y sin embargo es una suerte.
 Todo esto no tiene pies ni cabeza, excepto para quien me entiende.
 Necesito cuidarme o que me cuiden, y sobre todo, vacaciones.
 El desierto de lo real, ya lo decía hace tiempo, no tiene gran interés.
 Reterritorializarse o morirse de aburrimiento.
 ¿Hay alguien ahí?