martes, 7 de agosto de 2012

Brotar, verbo vegetal

Dice el Wordreference.com (online language dictionaries), que brotar significa:

1. Nacer la planta de la tierra.
2. Salir en la planta renuevos, flores, hojas, etc.:
los olmos han brotado de nuevo esta primavera.
3. Manar el agua de los manantiales:
el arroyo brotaba saltarín.
4. Salir a la superficie una enfermedad:
brotar el sarampión.
5. Manifestarse algo de forma repentina:
la duda brotó en su mente.

Como sinónimos, sugiere:

nacer, aparecer, emerger, manar, manifestarse, salir, surgir, florecer, aflorar

Y como antónimos:

desaparecer, morir

Un ejemplo didáctico de conjugación:

Yo broto, ¿tú brotas?, porque él y ella sí que brotan, y si nosotros brotamos, vosotros que no brotáis, ¿cómo vais a distinguir cuando ellos brotan?

No aparece en el diciconario nada semejante a "brotar" en el contexto en el que yo lo conjugo, de lo cual deduzco que alguien, en algún momento de la historia, decidió, literariamente, metafóricamente, denominar un estado de conciencia de forma similar a como se denomina un fenómeno natural, vegetal, cíclico, vital. Él se había levantado poeta, sin duda, o ¿fue ella? En el Diccionario Etimológico nada se dice de "brote psicótico", tampoco en el Diccionario médico-biológico histórico y etimológico. La expresión fantasma, tendrían que hacer una película. Pero vamos a lo que interesa:

Brotar, entonces, es un fenómeno natural, vegetal, primaveral incluso, si bien no todos los vegetales eligen esta estación florida para, valga la redundancia, florecer, nacer, aparecer, etc. Si es un fenómeno vegetal, entonces podemos hablar de raíces, influencia de la luna, calidad del suelo, frecuencia de riego, cuidados, poda, injertos, reproducción, malogro, malas hierbas, parásitos, fertilizantes, luz, salvia, color, olor, sabor, ciclo de vida, textura, posibilidades decorativas, medicinales, alimenticias, por lo que también se puede hablar de recetas, composiciones florales, síntesis en laboratorio, infusiones, cápsulas,etc,y de flores, frutos, tallos, fotosíntesis, nivel de humedad, climas apropiados, especies compatibles, jardines, huertos, viveros, macetas, semilleros, influencia de la contaminación, bosques autóctonos, selvas, arrozales, cereales, gramíneas, leguminosas, trepadoras, cactus, tubérculos...

Nadie lo hace. Al poeta, la psiquiatría le dio carpetazo y despido sin indemnización, permitiendo solamente brotes homogeneizados, asépticos, monocultivados, tratados científicamente a base de química, con guante blanco y luz artificial.
A la mierda la soberanía alimentaria, la biodiversidad, la ecología, los conocimientos ancestrales y las noches de luna llena. Todo desaparecido, casi muerto. A lo largo y ancho del mundo, la mayoría de fiestas y danzas tienen su origen en los ciclos de la cosecha, que sirven de aglutinante colectivo en torno a ellos, como disculpa para reunirse, colaborar, repartir, celebrar, comer, beber, ligar, rogar y desear una cosecha sensacional, comentar y resolver problemas, dar y pedir consejo, compartir conocimientos, y hacer algo de magia, que nunca viene mal ver las cosas de otra forma, aunque sea durante unas horas, unos días, bien acompañados por historias milenarias que asientan los relatos en el lugar que les corresponde, el de incrementar el conocimiento colectivo que proviene de los sueños, de las pesadillas, de los anhelos, de los viajes, de los duelos, de lo inexplicable, de lo cada vez más rápidamente desaparecido, casi muerto.

Le llaman progreso, razón, ciencia, pomposos nombres para la máquina de arrollar culturas, en lugar de complementarse con ellas, que si se llaman culturas, por algo será.

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