domingo, 5 de febrero de 2012

El club de la lucha, a la libertad por la autodestrucción

Ayer volví a ver esta inquietante a la par que fascinante película de D. Fincher, basada en una novela de C. Palahniuk. La búsqueda de libertad, autenticidad, o algo parecido a sentirse intensamente vivos parece ser el hilo conductor. Sin embargo, más allá de si el protagonista es uno o dos, a modo de Míster Jekyll y Doctor Capullo, (como llega a definirlo Marla), la encrucijada, verdadera protagonista, podemos identificarla todos en mayor o menor grado. Marla es, en mi opinión, el personaje clave, por la dosis brutal de realidad y sinceridad con la que se autositúa en el centro del cruce de caminos, dispuesta a asumir sin complejos ni esperanza que sólo puede encontrar en las falsificaciones cierta diversión perversa con la que interpelar el vacío sin llegar a lograrlo, sin necesitar en ningún momento de autoengañarse. Esta terrible lucidez la convierte en insoportable para quien no es capaz de mirarse al espejo sin que medie un delirio en el intento.

La función del delirio en la película es la función subversiva del hombre en el supermercado del mundo, cómo dejar de comprar sin volverse borroso. Cómo poder ser infinitamente libre si el precio es la destrucción, cómo convertir la autodestrucción en el arma más poderosa de liberación. Y como diría Benedetti, "¿cómo conciliar la aniquiladora idea de la muerte con este incontenible afán de vida? ¿Será que el hombre es eso?, ¿esa batalla?" El club de la lucha, desde luego, es esa batalla. Para Palahniuk, tal batalla no es posible sin una buena eskizoarmadura, sin una espada cuántica que opere en varios mundos a un tiempo, cuyas fronteras performáticas se vayan construyendo a la medida de los diferentes planos de lenguaje, y de los diferentes lenguajes superpuestos. La cámara habla, la experiencia de cada uno al escucharla también, el punto de vista del narrador nos cambia de protagonista cuando ya estábamos pensando en otra cosa, y todos colocamos fronteras a diferentes velocidades. Al mostrar tal cantidad de líneas de fuga, Fincher obliga al espectador a detenerlas, a volver atrás, a repensar esta o aquella línea de continuidad de otra manera. Como espectadores, no distinguimos demasiado bien sueño de realidad, aunque nadie nos hable todavía de psicosis o delirio, se nos invita a intuir cómo se siente alguien en el corazón de la bestia. Es una invitación amable, en todo caso, finalmente hay una tregua, una silla donde sentarse, una Marla que está en el mismo sitio, una posibilidad, después de todo.

Lo normal después de la película es querer volver a verla, pero cuidado con la normalidad, lo más probable es que sea imposible...volver a verla de la misma forma.

4 comentarios:

  1. Hay una peli muy interesante de Subiela sobre una supuestas psicosis, supuesta claro.

    Es "Hombre mirando al sudeste", de mitad de los ochenta -la imagen no engaña, pero muy fresca y actual en cuanto a historia-... creo que fue plagiada -no se si reconocido o no- por los yankis en k-pax de kevin spacey -esta es más comica pero ni punto de comparación...

    Y otra para delirar, de Subiela, su poética y surrealista El lado oscuro del corazón (está sublime Benedetti en su papel de lánguido Benedetti recitando su "corazón coraza" a una puta)

    Un saludo,

    Eduardo

    PD: Una pena enorme atravesó el lunes mi pecho al conocer la historia de Julius, que me lleva acompañando toda la semana... La falta de libertad mata, y la imposición cultural e ideológica también... aunque habiendo hecho las prácticas en el psiquiátrico de Oza, viendo y conociendo la deshumanización de algunos -compensada por algunas enfermeras- no me extraña que acabara así... Triste final para una e-Lección vital

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  2. Hola Kraepelin, cuánto tiempo. A mi también me gusta El lado oscuro del corazón, la otra me suena, pero no recuerdo si llegué a verla, pero la apunto. Por cierto, quién recita a Benedetti creo que es Grandinetti, como que lo ponen difícil para confundirse, jajaja.

    Lo de Julius es muy, muy duro.

    Hasta pronto.

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  3. Interesante la peli y tus comentarios, dejo mi entrada sobre la misma peli y debate que surgió.

    http://tiralosmuros.blogspot.com/2011/02/la-gente-con-psicosis-cuando-van-al.html

    Un abrazo!!

    Hilari

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  4. Parece que a Schumann le pasó como a Julius, que encontró la muerte en un psiquiátrico...

    http://es.wikipedia.org/wiki/Robert_Schumann

    Un abrazo!

    Pd: yo creo que era el propio benedetti el que se interpreta a sí mismo... dentro de un par de años me imagino que me tocará volver a verla -es un ciclo inexacto- y te lo confirmaré o no...

    Por cierto, estoy contigo en cuanto a la peli de David Fincher lo de "es imposible poder volver a verla de la misma manera"... El impacto y sensación de flash con la que acaba (con el fantasmático fotograma del pene casi de cierre)

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