martes, 15 de noviembre de 2011

Salir del armario

Cada vez me cuesta menos. Me lo ponen en bandeja. Se empieza a hablar más de estas cosas, con criterios intuitivos, sin formación específica pero que distinguen dónde está el problema. Entonces aporto mi historia y fluye la conversación, coge velocidad.

Luego intercambiamos información, teléfonos, direcciones web, hablamos de proyectos y la receptividad es estupenda. La crítica también, casi se oye cómo el estigma hace plop, como una pompa de jabón. Rescatamos a Foucault, estamos en la universidad, cualquier disculpa es buena para debatir sobre todo aquello que molesta. Fuera de horario lectivo, por supuesto. Dentro todo sigue igual, o peor de lo que recordaba. Todo más caro, más técnico, más infantilizado. Me quiero ir todo el rato, pero aún no me decido. Es casi una cuestión de resistencia, aunque no me la pueda permitir, sale carísima. Al no dejar espacio para nada que no sea servir al plan académico (clases presenciales, trabajos latosos continuamente, quedadas para los trabajos en grupo)hace falta ser muy rica, o tener una gran práctica como pobre, para vivir del aire. Mi caso es el segundo, y la generosidad que me permito aceptar es limitada, tampoco sé si compensa.

Se me ocurren tantas cosas para hacer ahora que no tengo tiempo para hacer ninguna... Este estado me suena, ya me pasó más veces. Meterme en líos, para que luego el tiempo libre me sepa mejor.

Mientras tanto estamos creando, por fin, grupo de autoapoyo, para empezar, y también estoy en otro feminista, para ir enlazando unos problemas con otros, ya que ser mujer se parece bastante a estar loca, sobre todo si te das cuenta.


Cuando los locos seamos más
los locos serán ustedes


(pintada callejera)

1 comentario:

  1. me encanta! yo también lo siento así, los armarios empiezan a airearse, aprendieron a convivir con las polillas, ya no se los comen... estoy totalmebte de acuerdo con la pintada callejera, ;)

    ResponderEliminar