jueves, 28 de abril de 2011

Custodia compartida

Miedo a estar enfermos
Miedo a que enfermen nuestros amigos
Miedo a morir
Miedo a vivir
Miedo a no querer bien
Miedo a que no nos quieran bien
Miedo al engaño
Miedo al fracaso
Miedo a la pobreza
Miedo a ser perseguidos
Miedo a ser maltratados
Miedo al futuro
Miedo al pasado
Miedo al insomnio
Miedo a los cambios
Miedo a no ser aceptados
Miedo a la soledad
Miedo a la tristeza
Miedo a que se acabe la alegría
Miedo a perder la cabeza


Detrás de toda "enfermedad mental" está siempre alguno de estos miedos, a veces muchos a la vez. Mientras sólo veamos la etiqueta que los tapa, nunca podremos localizarlos para enfrentarlos, nunca podremos ser dueños de nuestros miedos. Si dejamos en manos de otros la búsqueda de las causas de nuestro sufrimiento, conseguiremos que recaigan sobre nosotros mil y un protocolos sanitarios, muchas veces destinados a cronificar nuestro malestar con ayuda de pastillas, etiquetas, visitas, volantes, ingresos...

¿Y cuál es la otra opción? Ser conscientes de la distribución de las ayudas, del equilibrio que hay que mantener entre la ayuda externa profesional(limitando, quizá, las expectativas que tengamos sobre ella)y todos los demás tipos de ayuda. En los tipos de ayuda podemos incluir el apoyo de personas que nos quieren, lo que nos aportan las actividades que hacemos, y también, y quizá lo más importante, todo lo que sabemos de nosotros mismos, qué nos da tanto miedo y por qué, qué enfoque se le puede dar a ese o esos miedos para minimizarlos, para sustituirlos, para reírnos de ellos.

Un asunto de custodia compartida de nuestro sufrimiento entre todas las posibilidades de enfoque, sin tomar ninguna como verdad absoluta ni renunciando a contemplar ningún aspecto que pueda ser relevante para comprender y enfrentar la colección de miedos que nos paralizan.

domingo, 24 de abril de 2011

ITV Psiquiátrica

- Buenos días
- Buenos días
- ¿Qué tal?
- Muy bien, gracias, ¿tú qué tal?
- Yo bien también, gracias.
-... y... cuéntame
- ¿Sí?
- Digo...¿qué te pasa? ¿qué te trae por aquí?
- Ah, nada, una revisión rutinaria.
- Ah, bien, ¿qué estás tomando?
- Nada
- ¿Nada? Entonces... ¿qué pasó?
- Nada, venía a hacerme una revisión
- Pero, ¿a qué te refieres?
- Nada, lo de siempre...
- ¿?
- La enfermedad crónica esta que decís que tengo
- ¿Que decimos? Pero, yo no te conozco, ¿es la primera vez que vienes?
- Bueno, estuve por aquí hace unos diez años, pero estaba otra persona.
- ¿Ah sí? ¿Y por qué?
- Bueno, en aquel momento me dijeron que era esquizofrenia
- Pero...entonces estarás medicándote ¿no?
- No
- ¿Y no crees que te haría falta? ¿Que te sentaría bien?
- No
- ¿Cómo te sientes ahora?
- Fenomenal
- Ah, me alegro, pues...
- ¿Pues qué?
- Que no entiendo muy bien
- ¿El qué?
- La razón por la que has venido
- Por la esquizofrenia
- ¿Pero tienes síntomas? ¿oyes voces? ¿ideas persecutorias?
- No
-¿Qué tal tus relaciones con la gente?
- Fenomenal
- Qué bien, entonces...
- Sí
- ¿Qué hacemos?
- No sé, usted es el psiquiatra, ¿no?

viernes, 22 de abril de 2011

¿Síntoma de qué?

En el contexto psiquiátrico, y en mayor o menor medida también en el psicológico, toda conducta es susceptible de rebautizarse como síntoma de algo. ¿Síntoma de qué? De enfermedad mental, obviamente, al menos en los contextos mencionados. Uno de los mayores campos de estudio para la psicología y psiquiatría es la conducta, me atrevo a decir que las manifestaciones conductuales superan en número e interés a las posibles manifestaciones biológicas o bioquímicas, a la hora de elaborar diagnósticos. Otra cosa es cómo se presente esta particular metodología basada fundamentalmente en la conducta, sea esta observada en directo, o retransmitida en diferido por allegados del sujeto "paciente".

Dime qué buscas y te diré qué encontrarás.

Si yo le cuento a mis amigos que durante un delirio canto mejor, argumento con más consistencia o tengo menos prejuicios, mis amigos intentarán convencerme de que no necesito el delirio para actuar así. Pero no lo harán porque sea mentira lo que afirmo, sino porque están condicionados para pensar que el deliro es algo "malo", "síntoma de algo malo", y por lo tanto no es deseable para mí ese estado, por más que se le pueda sacar cualquier aprovechamiento en las formas que he mencionado. Su condicionamiento, sea consciente o inconsciente, les prepara para protegerme de ciertas formas de funcionar que a veces tiene mi cabeza, y les prepara también para observarlas con recelo, en tanto que síntomas de enfermedad.

Mi forma de corresponder a su ciudado es conceder alguna potencia de peligro a tales formas de funcionar, aunque ese peligro no sea estrictamente biológico, ni letalmente peligroso, pero sí peligroso en un sentido social. El peligro de la psiquiatrización, del ostracismo, de la separación emocional. De alguna forma acepto cierta autorrepresión, y son sus miradas y sus palabras las que me dan la medida en que esa autorrepresión debe activarse, y hasta dónde. Soy plenamente consciente de que están viendo síntomas, de que están preparados para ver síntomas, donde yo sólo veo movimiento mental, hipersensibildad, proyección de hipótesis y potencialidades.

De aquellos barros, estos lodos.

Puedo comparar la sintomatización de las conductas, de los demás hacia mí, con las experiencias de autorreferencialidad. En estas últimas, el juego psicológico consiste en que doy carta de autorreferencia a todo cuanto sucede a mi alrededor. En las primeras, los demás colocan el foco en mis conductas para referirlas a todo cuanto la psiquiatría afirma de ellas. Son diferentes prismas, o filtros, que el ojo humano elige para interpretar determinadas realidades o percepciones de los sentidos. Juegos de la mente.

En otras ocasiones me he referido a los delirios como objeto de estudio, aunque la disciplina a la que sirven no tenga, que se sepa, nombre alguno. Lo interesante es que la disciplina, como corpus teórico interpretativo, es en sí misma una lente, un filtro. Imaginemos algo, persona, animal, cosa, concepto... más concreto: un árbol.
¿Desde cuántas disciplinas, catalogadas académicamente o no, podemos acercarnos a un árbol?

Botánica
Ingeniería
Dibujo artístico
Física
Química
Arquitectura
Religión
Ideología
Sociología
Ecología
Economía

¿En cuántas realidades puede convertirse un árbol, según el cristal con que se mire? ¿Cuántos detalles serán relevantes, y de qué forma, según desde dónde y para qué se observe?

¿Es el delirio observable sólo desde un punto de vista psiquiátrico? ¿Tiene la psiquiatría el monopolio de la observación y catalogación del delirio como realidad unívoca, es decir, como síntoma? Si no es así, ¿a cuántas disciplinas, y de qué forma, podría interesar? ¿Está adoleciendo la psiquiatría de rigor epistemológico por su falta de interdisciplinaridad?

¿Es el delirio, ante todo, una máquina de preguntar, muy mal vista en el mundo de la respuestas prefabricadas y las preguntas prohibidas?

sábado, 16 de abril de 2011

Policía y salud mental

Crónica de una manifestación pacífica violentamente abortada:

Aparcamos el coche a 300 metros de la mani, y ya hay policía, dos furgones, varios agentes pidiendo documentación. Criterio: pinta antisistema (nos libramos, tendremos que cambiar nuestra forma de vestir, de momento parecemos demasiado normales)

Vamos bajando, más policía, más peticiones de documentación. Llegamos a la plaza, cien manifestantes, doce furgones antidisturbios, cincuenta policías acordonando la plaza en la que estamos. Media hora más tarde, empieza el espectáculo: se ponen chalecos, cascos, sacan escudos, escopetas de bolas de goma. Estamos rodeados. Se colocan en formaciones de seis o siete agentes, en todos los puntos de la plaza. Da igual hacia dónde se mire, están por todas partes, a nuestro lado, del otro lado, en la acera de enfrente.

Momento de máxima tensión: en la parte de abajo de la plaza hay una zona de juegos infantiles, con niños y mamás y abuelos y abuelas, se acercan a desalojarla.
Nos ponemos las chaquetas, toda protección es poca, toca a un policía para cada tres, si mueven el brazo muy rápido da tiempo a mucho dolor. La chaqueta no ayuda mucho, hace buen tiempo y es fina. Una amiga embarazada se va, con toda la razón del mundo.

Zona de juegos desalojada, cualquier cosa puede pasar. Nos retiramos de la primera línea, la zona más cercana a los polis, y vamos buscando con la mirada zonas por donde salir corriendo, parece que va a hacer falta, pero no nos movemos mucho. Hablamos entre nosotros, intentando razonar, no pueden cargar aquí, no hay ninguna provocación, estamos aquí, simplemente, todos en una plaza pública. Alguna broma para liberar tensión, observación de número de testigos, de presencia de medios de comunicación, gente en las ventanas, esto es inaudito, nunca se ha visto aquí cosa igual, nadie recuerda un despliegue semejante, y menos para tan poca gente concentrada.

Pasa un poco de tiempo, no hay movimientos significativos. Calma tensa. Nos reforzamos en nuestro pacifismo, civismo incluído, no estamos haciendo nada, ni destrozos, ni pintadas, ni siquiera las típicas imprecaciones al cuerpo policial. Nada. Nos vamos sentando, algunos de espaldas a ellos, si lanzan pelotas, mejor en la espalda que en la cara, es surrealista tener que pensar en estos términos, es un acoso en toda regla, es la democracia que tenemos.

Media hora, quizá menos, es difícil mantener un percepción habitual del tiempo, da pereza mirar el reloj, hay cosas más importantes en las que pensar. Ellos son violentos por dinero, nosotros pacíficos por principios. El tiempo pasa, ellos están entrenados para estar inmóviles, nosotros podemos abrazarnos y animarnos, hacer bromas, sacar fotos.

La situación es tan absurda que llega la negociación. Ya hemos desistido de avanzar, sería casi una autolesión, no vamos a darles ese gusto. Y ellos quieren ver el partido. Conato de diálogo, a tal hora tienen orden de cargar. Leemos el manifiesto, y luego el repliegue, lento, por ambas partes. Algunos de nosotros se van, algunos de ellos también.

Y con ese goteo termina todo.

Un desalojo, otra okupación. Casa vacía desde hace décadas, abandonada al derrumbe en aras de la especulación inmobiliaria. Remodelada de forma comunitaria y voluntaria, reconvertida en centro social: charlas, conciertos, comedor solidario, asambleas, teatro, danza contemporánea, títeres, jam session, talleres. Ahora tapiada y destrozada, cristales rotos, tejado hundido, que se pudra hasta que se recupere el valor del solar, hasta la próxima recalificación beneficiosa para los de siempre.

Somos muy peligrosos, cuanto más desarmados, más peligrosos.

viernes, 15 de abril de 2011

StopDsm

El título de esta entrada es el nombre de un blog creado hace poco, cuya intención es promover un debate serio, a nivel internacional, sobre la perniciosa hegemonía del DSM.

En este nuevo blog se publica un manifiesto sin desperdicio, que os recomiendo muchísimo leer, firmar y difundir lo más rápido posible.

Un pequeño favor, si alguien puede enlazarlo a su blog, lo agradecería mucho. Ahora mismo no encuentro la forma de hacerlo aquí, pero espero que esté solucionado cuanto antes.

jueves, 14 de abril de 2011

Salir del armario

La mayoría de las personas que conozco con diagnóstico de trastorno mental tienen algunas cosas en común entre ellas: tienen certificado de discapacidad, cobran una pensión, van al psiquiatra o psicólogo con más o menos asiduidad y experimentan "síntomas" que les dificultan la integración socio-laboral.

Mi caso es un tanto peculiar, conozco la psicosis y el delirio como experiencias propias, pero despatologizadas (autodespatologizadas), y como experiencias propias y personales me reservo el derecho a darles la carta de naturaleza que me apetezca, en tanto que mías. Como son mías y las vivo a mi manera, no me da la gana de llamarlas síntomas de nada, ni parte de ninguna enfermedad, puesto que no me siento en absoluto enferma.

Aunque no me sienta enferma porque no las experimento como sufrimiento(actualmente y con el conocimiento que de ellas tengo), eso no impide que comprenda a la perfección el sufrimiento que puedan causarle a otras personas, puesto que a mi también me han hecho sufrir, y mucho, en su momento.

Puedo hablar de psicosis y delirio en primera persona, puedo hablar de esto con otras personas, puedo escribir miles de palabras sobre el tema...y seguré sin estar enferma. Porque comunicar es el antídoto, es el propio proceso comunicativo el que despatologiza.

Me gusta muchísimo leer, y me gusta también estudiar, sobre todo cuando estoy motivada, y ya es perfecto si hay buenos maestros. El último año lo he dedicado casi en exclusiva a estudiar estas experiencias, y sucedió a partir de un momento en que decidí, para alejar toda la fantasmagoría agazapada en mi cabeza, sacarla fuera como un objeto. Un objeto de estudio.

Para toda persona que sienta placer con el estudio, el objeto de este es una metáfora constante del propio conocimiento, todas las posibles maneras de acercarse a él son maneras posibles, también, de acercarse al mundo, de rodearlo, de interpelarlo, de interpretarlo y darle sentido. Todo acto en esta dirección, sea positivo o negativo (aceptar, comparar, rechazar, relacionar, descartar, equivocarse, descubrir) es la historia de un proceso, y toda perspectiva adoptada es un ejercicio intelectual que rara vez cae en saco roto.

Desconfío de quien pretenda limitar mis esfuerzos a la asunción acrítica de cualquier categoría externa y apriorística, sobre todo si esa categoría ha sido, desde el principio, la chispa desencadenante de lo que empezó siendo una refutación en toda regla de la misma. Lamento profundamente no encajar en las previsiones que sobre mi evolución hicieron quienes me etiquetaron, y también lamento que mi evolución haya puesto en evidencia los supuestos fallos del sistema etiquetador. Corren rumores sobre la pericia etiquetadora de mis etiquetantes, y en su descargo debo decir que etiquetaron de buena fe, a la vista de los acontecimientos que me llevaron hasta sus aposentos y que me convirtieron, por unas semanas, en su objeto de estudio. Cualquiera en su lugar y competencias hubiera etiquetado de igual modo. No soy un falso positivo, tampoco estoy enferma.

No debería resultar tan extraño que estudiar lo que empezó siendo una dolencia psíquica llevase, con el paso del tiempo y del estudio, a encontrar una fórmula para tratarla, curarla, aliviarla, comprenderla o como se le quiera llamar a ponerle fin como ente doloroso.

Corren rumores también sobre un supuesto "complejo" que no me acaba de permitir salir del armario. ¿De qué sería el complejo? En cualquier caso me resulta difícil saber dónde estoy en relación a dónde están los demás. Si no reconozco a mi mente como enferma, ¿qué sentido tiene asumirme como enferma mental? Si no me reconozco en el diagnóstico, o el diagnóstico ya no me reconoce a mí ¿qué sentido tiene asumirme como diagnosticada? Pongamos que he sido fumadora y ahora ya no lo soy, ¿tendría sentido adscribirme a un grupo de fumadores, como rol social? ¿Tendría sentido formar un grupo de ex- (ex-esquizofrénicos, por ejemplo)? (En algunos países europeos existe un grupo parecido, se llama ex-usuarios y supervivientes de la psiquiatría, aunque por aquí no tienen actividad, hasta donde yo sé). También está el tema de la solidaridad, pero no hace falta asumir determinada identidad para ser solidario con quien sí la asume, y se me ocurre el caso conocido de la homosexualidad.

El asunto no es fácil, a lo mejor podéis ayudarme.(El tema da para mucho, o no)

martes, 12 de abril de 2011

Sustancias de incidencia psíquica.

Sustancias de incidencia psíquica sintetizadas en laboratorios legales:

- Compra-venta: Legal pero restringida a establecimientos denomidados farmacias, con una restricción especial para los llamados medicamentos "con receta médica", cuya compra-venta sólo se autoriza previa autorización del llamado facultativo por la vía de la susodicha receta.

- Ventajas: Control de calidad, información exhaustiva sobre efectos secundarios, asesoramiento profesional en su uso terapéutico para malestares psíquicos

- Desventajas: No se contempla el uso recreativo, además, su administración "con fines terapéuticos" puede realizarse de manera forzosa. Riesgo de intoxicación (sobremedicación)y de efectos secundarios inherentes al tipo de sustancia. Riesgo de adicción.


Sustancias de incidencia psíquica sintetizadas en laboratorios ilegales:

- Compra-venta: Se considera falta administrativa o delito tipificado por el código penal, en diversos grados. El 70% de los reclusos españoles lo son por esta causa

- Ventajas: Posibilidad de uso recreativo, posibilidad de uso terapéutico, ambas realizadas de forma autónoma y sin supervisión profesional.

- Desventajas: Dificultades para el control de calidad. Riesgo de intoxicación (sobredosis)y de efectos secundarios inherentes al tipo de sustancia. Riesgo de adicción.

jueves, 7 de abril de 2011

Cierra los ojitos: lo que ves es lo que oyes.

Espectros y espíritus uhhhh

Espectros:

- Autista: No me vengas con milongas emocionales que estoy pensando
- Depre: Total...¿pa qué?
- Ansiedad: Me late el corazón, me late el corazón, me late el corazón...buff, buff
- Esquizo: Esto no es cierto, pero es cierto, es cierto, jodeeeer, qué fuerte.
- Trastornos alimenticios: Todo el mundo es guapo, menos yo.
- Bipolar: yupiiiii!! Joder, qué resacón de anfetas.


Espíritus:

- El espíritu del fuego: Quemar las naves, todo para ya.
- El espíritu del agua: Fatal si no sabe nadar.
- El espíritu del aire: Ahora sí, luego no, ahora sí, luego no.
- El espíritu de la tierra: De toda la vida, como dios manda, de una pieza..crok


Y los fantasmas!

- El fantasma de la Ópera: no podrásss olvidarme...
- El fantasma de Canterville: juega conmigo, anda...
- El fantasma de la Navidad: arrepiéntete de tus malas acciones...


No olvide la combinatoria de todos los factores para que las cuentas le salgan redondas, y si aún así no salen del todo ... está usted ante una persona, tenga cuidado, es contagioso. Es importante, a mayores, situarse en el espacio, según las enseñanzas infalibles de Barrio Sésamo:
arriba
abajo
dentro
fuera

Prescripción genérica: Bálsamo de Fierabrás, si no lo tomas no te curarás. (Y si lo tomas tampoco)

martes, 5 de abril de 2011

Pequeña depresión nocturna

Uno, dos, tres...si fuera tan fácil trazar una línea
.
.
.
entre el paquete de tabaco
y el mando a distancia

o que saltando atravesase la mediocridad de lado a lado
marcando como un sendero
para recorrer descalzos
noche tras noche
en uno
y otro
sentido
con la vista fija únicamente en las estrellas,
menos anhelando cualquier forma de futuro
que celebrando
por fin
algo que brilla.

Un club de astronomía a la medida del hambre
insaciable de poemarse un poquito
apenas en privado y en silencio
aunque luego salga afuera y ya no importa
porque ya no es tanto como había sido

otro drama

Como mucho salvando cierta estéril documentación del aleteo
sin más leña que la que arde ni más pereza que la de siempre
especialmente cuando esta duele
sin que en el fondo se entienda por qué.

Mucho tiempo atrás
dice Oliveira en Rayuela:
"Por supuesto que nos encontraremos mágicamente en los sitios más extraños"

lunes, 4 de abril de 2011

Acción/Reacción

Unos hacen, o tratan de hacer, un ejercicio de radicalidad crítica, de cara a desmontar constructos argumentativos de hormigón, basados fundamentalmente en alianzas del poder con la ciencia, y destinados a que un determinado grupo ejerza su autoridad sobre otro, históricamente vulnerado y discriminado.

Un día, quizá inspirados en ideas progresistas de igualdad y derechos humanos, este grupo históricamente aislado, ninguneado, cosificado y un largo etcétera, mira hacia arriba e increpa, denuncia su situación de desventaja, las barreras que se le ponen, la negación de su derecho a decidir si quiere ser cuidado y de qué forma, la negación de emociones y conductas que pasan a ser "síntomas", a la par que su persona pasa a ser "enfermo mental", sin que esa nueva condición deje de afectarle cada minuto de su vida, por la conciencia dolorosa de que, siendo eso, para muchos con los que comparte leyes y planeta es "menos", con suerte, y casi nada sin ella.

Al día siguiente, en cuanto esa increpación eleva, aunque sea de forma paulatinamente imperceptible, su volumen y, con ayuda de aliados solidarios, su presencia en medios de comunicación de todo tipo,aparece casi siempre algún empresario del hormigón argumentativo, intentando acallar las voces nuevas con aspavientos grandilocuentes, enfados muy fundados y un cierto temblor en la voz, sólo perceptible por quien sabe leer entre líneas.

Llegados a este punto, se está avanzando, pues sucede que se reconoce la existencia de un conflicto con varias partes, algunas de las cuales acceden, quizá por primera vez, a una visibilidad a partir de la cual se reconocen como sujetos activos y participativos en una sociedad que empieza, aunque tímidamente al principio, a escucharlos y reconocerlos como interlocutores válidos.

Las confrontaciones dialécticas permiten, en cualquier caso, la formulación de preguntas nuevas, que exigen también, en cualquier caso, respuestas nuevas. Cuando la respuesta suena prehistórica, cabe preguntarse si realmente se ha entendido la pregunta, lo que añade capas de complejidad orientadas a un futuro en el cual, al menos por la parte que toca a los nuevos actores, toda reacción defensiva será considerada prueba irrefutable de movimiento in crescendo.

No sería del todo inconveniente señalar la frescura, entusiasmo y novedad de quien está descubriéndose como motor de acción, y diferenciarla de la apatía intransigente de quien es incapaz de afrontar los cambios de otra forma que no sea el repliegue inmovilista en la posición más cómoda, beligerante e intelectual y sociológicamente más pobre y menos atractiva. Por no hablar del "flaco favor" que se le hace a una ciencia humana como la psiquiatría, no reconociendo que los cambios sociales (y por qué no, políticos) tienen también repercusiones en un entorno laboral tan sensible a la sensibilidad, valga la redundancia, como debería serlo una profesión cuyo objetivo es aliviar, de la forma más eficaz y personalizada, el sufrimiento psíquico de personas con las que se comparte sociedad y cultura, además de plasticidad cerebral y otras capacidades inherentes al hecho de nacer como personas, y no como cangrejos.

domingo, 3 de abril de 2011

La importancia del diagnóstico. La visión de la diagnosticada.

Un diagnóstico es un nombre florido que te ponen debido a una crisis psíquica en la que algún psiquiatra ha estado presente como espectador, nombrador y dispensador farmacéutico.

Un diagnóstico, especialmente si es del grupo de los llamados TMG(trastorno mental grave), lleva una letra pequeña nada inocente, consistente en predicciones tipo Rappel, para que interiorices principalmente tres palabras mágicas: grave, crónica, incurable.

Un diagnóstico, si con el tiempo y esas premisas pronósticas, resulta no adecuarse a, por ejemplo, una realidad posterior asintomática, ni grave, ni crónica, ni con nada que curar.... (silbidos de disimulo por parte del respetable)

Un diagnóstico, como mucho, es lo que a mi me de la gana que sea.

Un diagnóstico, para mi, es intentar construir una categoría de persona, es un constructo subjetivo, con las misma validez científica que palabras como "guapa", "simpática", "salerosa", y un largo etcétera.

Un diagnóstico es un intento de poner nombre a una persona en base a un sufrimiento concreto, del que los psiquiatras saben generalmente poco, debido a que el propio sistema sanitario no deja tiempo para que sepan más. Así, se intenta paliar la falta de información con la contundencia del término elegido para nombrar, que ni siquiera es original, sino sacado de un manual(DSM, habitualmente)que aspira a ser el sumum de los diccionarios nombra-personas-que-sufren-más-de-lo-que-se-considera-normal-que-sufran-comparadas-con-la-media-sufriente-y-mientras-no-exista-acción-política-que-denuncie-sus-abusivas-y-desproporcionadas-implicaciones-pronósticos-errores-falacias-y-sobremedicalizaciones-de-acontecimientos-vitales-de-diversa-índole-cuya-causa-meramente-orgánica-no-acaba-de-aparecer-y-mira-que-se-esfuerzan-en-buscarla.

Un diagnóstico es una herramienta de trabajo, para los obreros de la psiquiatría,y ahí se debería quedar, sin tanta cátedra ni alumbrado navideño, que consume mucha energía y no están los aires para derrochones. Luego se acercan las mariposas y se estampan contra las bombillas, como si les sobrase tiempo.