sábado, 5 de febrero de 2011

Una de indios

Esta tarde he visto una interesante película, Exils, de Tony Gatlif, del 2004.

Como en otra película suya, Transilvania, más reciente, este autor interesadísimo en , entre otras cosas, la cultura gitana, presenta una serie de constantes en sus pelis. Y esas constantes nos interesan porque, a la vez que reivindican manifestaciones culturales diferentes a las europeas stándar (racionalismo capitalista, les llamaría yo a estas últimas), tratan muy a menudo la gestión del dolor psíquico.
Frente a la medicalización de todo sufrimiento psíquico, con su protocolo de profesionales, pastillas y demás efectos secundarios, Gatlif propone, como alternativa, el viaje, físico y geográfico, pero también iniciático. Cuando entro en una de sus pelis, siempre tengo la sensación, a medida que los personajes se sueltan, lejos de sus rutinas, de que tienen trabajo atrasado, demasiados corsés mentales y culturales que se abren o desgarran con mayor o menor furia, pero siempre como necesidad. En medio de esa necesidad, el dolor se aúlla, o se canta, o se baila en medio de chamanes (sean gitanos, musulmanes, músicos o cualquier fantasiosa categoría que se nos ocurra). Se presentan ante el espectador verdaderos ritos purificadores, lavativos, purgantes, con una dimensión humana difícil de reducir a lo meramente religioso. Antiguos en tradición, pero también contemporáneos en manifestación y aplicaciones. Religiosos algunos, pero también humanos y paganos. Es como si la religión en la que se enmarcan fuese mera disculpa, mero continente o ámbito familiar para dar rienda suelta a todo el trabajo pendiente, sea trauma, desamor, incertidumbre, toda fuente de sufrimiento es susceptible de sacudirse, removerse y rehacerse a ritmo de tambores, palmas,cantos,carreteras vacías o llenas de vendedores ambulantes.

El viaje del recuerdo, como le llama uno de los personajes, es del recuerdo familiar hacia un país al que se va a buscar raíces, pero también habla del recuerdo de lo que éramos antes del dolor, de lo que todavía podemos ser después de él.

La canción final no tiene pérdida: "canto mi dolor para rehacerte, para protegerte".

Películas de Tony Gatlif:
- Transilvania
- Exils
- Vengo

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